El templo María Auxiliadora se vistió de gala para acoger la emotiva misa de graduación de la septuagésima novena promoción de egresados de la Universidad Valle del Momboy (UVM). La ceremonia, impregnada de espiritualidad y alegría, reunió a familiares, amigos, profesores y autoridades universitarias,  en un acto de profunda significación.

El padre Bernardo Ramírez, con su voz cálida y palabras que resonaron en los corazones de los presentes, ofició la misa, convirtiéndola en un verdadero canto a la esperanza y la gratitud. En su homilía, el padre Ramírez felicitó a los graduandos por la culminación de sus estudios de pregrado, destacando su esfuerzo, dedicación y perseverancia. Les recordó la importancia de mantener siempre presente a Dios en sus vidas, como guía y fortaleza en el camino que ahora emprenden.

«Que la luz de la fe ilumine sus pasos y les permita alcanzar sus sueños», expresó el padre Ramírez, animándolos a ser profesionales íntegros, comprometidos con la sociedad y portadores de los valores que la UVM les inculcó. Sus palabras, cargadas de sabiduría y afecto, calaron hondo en los corazones de los graduandos, quienes vivieron cada instante con una alegría que se reflejaba en sus rostros.

Las ofrendas y peticiones, elevadas con fervor y profundo simbolismo, fueron un reflejo del agradecimiento por el camino recorrido y la ilusión por el futuro que se abre ante ellos. Cada gesto, cada palabra, fue un homenaje a la dedicación de los docentes, al apoyo de las familias y a la culminación de una etapa llena de aprendizajes y experiencias.

El coro de la parroquia «Valdocco» engalanó la celebración con sus melodías, creando una atmósfera de solemnidad y recogimiento. Sus cantos elevaron el espíritu de los presentes, llenando el templo de emotividad y esperanza. El padre Ramírez también dedicó una bendición especial a los profesores de la UVM, reconociendo su invaluable labor en la formación de los futuros profesionales del país. «Su entrega y dedicación son un ejemplo para todos nosotros», afirmó.

La misa culminó con una emotiva fotografía grupal, un instante que quedará grabado en la memoria de todos los presentes. En sus rostros se reflejaba la alegría, el orgullo y la emoción de haber alcanzado esta meta. La UVM despidió a sus graduandos con la certeza de que están preparados para enfrentar los desafíos del futuro, llevando consigo los valores y conocimientos adquiridos en su alma máter.