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La Universidad Valle del Momboy (UVM) vistió sus mejores galas de fe y gratitud para conmemorar su 28º aniversario. Una multitudinaria y emotiva ceremonia religiosa, celebrada a casa llena, reunió a la familia uvemista—autoridades, docentes, estudiantes, y egresados—en un acto que fue mucho más que una conmemoración,  fue un profundo reencuentro con los pilares humanistas de la institución.

El rito solemne estuvo presidido por el Presbítero Aníbal Bello, quien ofreció una homilía cargada de reflexión y espíritu. En un mensaje que resonó en el corazón de los presentes, el Padre Bello enfatizó la misión trascendental de la universidad: educar para la vida, no solo para la profesión.

Durante su homilía, el presbítero Bello,  instó a la comunidad universitaria a reflexionar sobre el verdadero propósito de la educación. Citando al apóstol San Pablo, hizo hincapié en la necesidad de «conocerse internamente y no solamente creer», destacando que el objetivo es «no solamente alimentar la mente, sino también los corazones».

La emotividad del encuentro se elevó a su máxima expresión gracias a la participación estelar del Coro Alejesma (Alabanza a Jesús y María). Con una acústica impecable y una sensibilidad artística que tocó las fibras más íntimas de la audiencia, el coro logró transformar el espacio en un verdadero templo de gratitud.

Al culminar la ceremonia, el padre Bello brindó a los asistentes un poderoso ejemplo de vida que sintetiza el espíritu de la UVM: San José Gregorio Hernández Cisneros. El sacerdote destacó la figura del «Médico de los Pobres» como el arquetipo del profesional que logra la armonía perfecta entre la fe, la ciencia y el servicio al prójimo, invitando a la comunidad a emular su humildad, excelencia académica y profundo sentido social.

Con esta celebración, la Universidad Valle del Momboy renueva su compromiso de seguir formando profesionales íntegros y sensibles a las necesidades de su entorno, guiados por el principio de un Desarrollo Humano Sostenible.